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Escultura

Aluminio, resina, cadena inoxidable

59x65x15 cm

Imaginemos que un objeto (en adelante x) perteneciente a la coordenada A se desplaza a B. Suponiendo que no hay contacto entre las coordenadas, X pierde la base común de la premisa y se sitúa en B con algo añadido o perdido en su estado original. Las huellas de la separación de A se recogen y se tejen en los trapos para formar un objeto. Se tejen las imágenes dañadas en la X como si se cosiera la piel. Los individuos de la X, que lucen al máximo su figura vistiendo la ropa, se multiplican ahora uno a uno y ocupan su propio lugar.

El movimiento de una coordenada a otra, puede parecer un teletransporte. Pero es la traslación de numerosos puntos, el movimiento de muchos puntos, no sólo el origen y el destino, pero como resultado, se siente como teletransportado de a a b. Cuando el lugar se reconoce como superpuesto, la ansiedad del sistema sensorial ocupa firmemente el lugar y provoca el volumen sólido y la masa que puede hundirse. La solidez de un individuo que parece permanentemente fijo se considera una ilusión y vuelve el tiempo del movimiento.

Los individuos se crean extendiéndose desde el interior hacia el exterior en continuación. La dirección en la que se crea el objeto y el grado de grosor que se crea influyen en el movimiento del fragmento. El movimiento de la escultura, el movimiento para ocupar el lugar desocupado, sigue provocando la subversión de la jerarquía del espacio y de los objetos. Los movimientos repetidos, como el formato de fuga, producen cierta gramática. Los movimientos invisibles se mezclan con los visibles para crear un movimiento.